Abaroa/Navalón



INSTALACIÓN 1:


BUSCANDO COBIJO HABITACIÓN DE LA DUQUESA



He aquí cómo llegué a amar a mi madre cómo descubrí en ella mi propia y verdadera naturaleza, eso que celosamente guardaba en mi piel, en el meollo de mis huesos.El club de la buena estrella - Amy Tan


El rostro, el cabello, los senos y las manos quedan grabados en la mente de las hijas a fuerza de una minuciosa observación. Éstas describen, con una especie de obsesión, hasta los detalles más insignificantes del cuerpo de la progenitora. Así, la imagen materna invade hábitos, recuerdos, sueños, dudas y terrores de la hija.Para Biruté Ciplijauskaité el espejo “sirve a la vez como un símbolo de continuidad y de cambio”. Observamos que en los relatos contados por las hijas, verse en el espejo de la madre sirve para el cambio, para ser otra mujer, muy diferente de la madre. Mientras que la madre procura encontrar en la hija identificación y entendimiento de sus sentimientos














INSTALACIÓN 2:

SIN PEDIR PERDÓN
CAPILLA NEOGÓTICA



Tejo con alfileres el lienzo blanco que invita a la mesa. Las punzadas se encadenan, van hilando los recuerdos, los susurros, el lugar de acogimiento. Si el viento las atravesara conversarían, pero remendando los olvidos van dando duración a los silencios. Entre la luz y la oscuridad, entre la tela y las sombras, entre el anverso y el envés, del blanco al negro, las agujas aparecen una y otra vez, no hay hilo que las preñe, solo filo estéril abandonado a la deriva. Blancos, los lienzos blancos se extienden en la oscuridad de la soledad. Blancas las puntadas, sumando y cosiendo, tejen los sentidos, atan inquietudes, que no pueden pronunciar. Cada puntada blanca rezuma alfileres que se amoldan al tejido de la obra. El silencio se convierte en hilo para hilvanar, en hilo para bordar los trazos, en sonido que da sentido al sufrimiento, en palabras que ahogadas van dando vida.